Impuesto a las ganancias: los trabajadores no debemos y no queremos pagar para trabajar
El origen del impuesto a las ganancias deviene del Régimen de Impuesto al Réditos creado en 1933 bajo la Ley 11682, la que sufre en su texto innumerables modificaciones. El fin fue gravar a quien tenía capacidad contributiva, por lo cual nació como un impuesto progresivo. Pero está claro que quienes tenían mayor capacidad contributiva no eran justamente los trabajadores. De todos los reformistas de esta Ley devenida en regresiva, ninguno imaginó que el paso incesante de la inflación de la economía argentina generaría que los trabajadores alcanzaran salarios que finalmente quedaran atrapados en el sistema contributivo.
Hoy se sigue justificando la existencia de este Régimen, el que se transformó en un impuesto al trabajo, diciendo que lo impuso un gobierno anterior; concretamente los de los Presidentes A. Justo y D. Perón, pero ni uno ni otro lo utilizaron pensando en cobrarle a los trabajadores. El Presidente R. Alfonsín comenzó a modificarlo para agredir menos a los trabajadores y así se fue desarrollando este impuesto hasta el día de hoy. Lo cierto es que a los trabajadores no nos importa quien impuso el Régimen ni para qué o para quienes. Nos importa que algún gobierno deje de robar nuestro sacrificio.
El reclamo de la eliminación de este impuesto durante los últimos doce años se ha transformado también para el gobierno, en una herramienta para dividir a los trabajadores y en una discriminación para los trabajadores que mediante el sacrificio superan los mínimos que se van imponiendo, ya que ante cada reclamo que se ha llevado adelante desde las centrales obreras y de la Confederación del Transporte CATT en particular, solo se ha elevado el mínimo a partir del cual se debe aportar y esto provoca que por ejemplo gremios numerosos en afiliados como choferes de camiones y colectivos queden exentos en su mayoría continuando con el aporte solo los gremios jerárquicos, aeronavegantes y marítimos entre otros, debilitándose de esta manera el reclamo. Pero los gremios que quedan parcial o transitoriamente exentos ingresan en crisis cuando necesitan ajustar salario para contrarrestar la galopante inflación.
Desde el gobierno nacional se escuchan expresiones como: “no es el momento, desde la Presidencia se está buscando el momento oportuno para la eliminación”, “para el gobierno no son una prioridad los trabajadores que más ganan”, “es un universo muy chico, que ganan mucho”, entre muchas otras similares.
En el 2005, siendo Presidente Néstor Kirchner y Vice Daniel Scioli, Aníbal Fernández en su carácter de Ministro del Interior recibió a todos los gremios marítimos y portuarios en la Casa Rosada, los dirigentes fuimos a reclamar la eliminación del impuesto y nos respondió: “para sacarle un mango a este gobierno van a tener que hacerle una cesárea”. Pasaron casi diez años de esta frase imborrable la que se convierte en desaguada al ser emitida por un ex Secretario General de Gobierno y que como Ministro de la Producción 2002-2003 conoció de cerca el sacrifico del pescador.
No nos vamos a quedar solo en la crítica de un gobierno u otro, de un funcionario u otro, vamos a seguir exigiendo la eliminación de este impuesto al trabajo, el que no puede distinguir entre un trabajo regular y el que realizamos los pescadores marítimos al motorizar una industria de alta producción e ingresos de divisas a las arcas del Estado Nacional, mediante un trabajo a destajo, sin horarios, sin feriados, con desarraigo familiar, y muy particularmente generador de trabajo para los compañeros de la estiba, procesadores y toda la cadena laboral y también, de altísimo riesgo. Los pescadores, como todos, pagamos ya demasiados impuestos en la vida diaria. Tampoco el pescador sabe de ahorrar y menos en DOLARES porque es el mismo sacrificio el que lo encamina a disfrutar de las cosas materiales de la vida, y lejos de ahorrar invierte fuertemente en la educación para sus hijos, en la construcción de casas o locales para generarse su propia jubilación ya que tampoco se le reconoce justicia económica al alcanzar su edad para el descanso y, lo descripto significa que no es necesario cobrarle un impuesto injusto para volcarlo en el resto de los argentinos porque por decisión propia el pescador lo hace.
Los pescadores no superamos los 10.000 trabajadores, y si 10.000 trabajadores argentinos generamos crisis en la economía nacional, es más que preocupante. El impuesto nos entorpece gravemente al momento de discutir valores de productividad, provoca el negreo salarial y deja al trabajador a merced del vil antojo de algunos empresarios que por robarle al Estado le roba al trabajador.
No diremos nosotros a quien le debe o no cobrar impuestos el gobierno nacional, provincial y municipal, pero si diremos una y otra vez que los trabajadores no debemos y no queremos pagar para trabajar.
Es más que evidente que habiendo pasado tantos años no se supo o no se quiso encontrar una alternativa que traiga solución a esta injusticia, pero aun así, una vez más pedimos al gobierno actual que mire a los pescadores como argentinos que ya hacen su aporte para que la Nación crezca, y le resaltamos que todos los días del año y durante las 24 hs también ejercemos la defensa de la soberanía en el mar argentino defendiendo la patria diariamente y más aún si se nos convoca como cuando lo demostramos en la guerra por la defensa de las Islas Malvinas.
Compartimos nuestro pensamiento y convencimiento con los compañeros afiliados, con los pescadores en general, con los trabajadores argentinos y la sociedad toda.
27/03/2015
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